No había habido despilfarro. Cada programa, incluídos los criticados edificios de PEMEX y el banco de México, minucia simbólica, que en la magnitud del problema prácticamente no cuentan, tiene su propia explicación, aunque reconocía que eran una inoportuna inversión.
Y es que, tal vez, ante la necesidad de ajustar el gasto público, se hayan perdido prioridades que se establecieron en el plan original. Mencionó que habían sido o serían corregidas hasta donde se pudiera.
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